miércoles, 29 de noviembre de 2017

Yo no pienso...

En el año 1996 quienes concurrimos al I.A.V.A. trasmitamos una experiencia que nos definió en muchos aspectos, nos enseñó a enfrentarnos a diferentes problemas, a sobreponernos de duros reveses, nos definió como militantes políticos, sociales y nos llevó a diferentes puestos de lucha por nuestras ideas.
Así me gusta verlo y así lo siento,
Eso, entre otras cosas, fue para nosotros la ocupación del año 1996.
Y más allá de esto nos hicimos amigos, amistades que conservamos hasta el día de hoy. Esta anécdota involucra a uno de esos amigos, uno de mis hermanos de la vida, Sebastián se llama, aunque seguramente todos lo que lo conocen lo reconocerán mejor por su apodo: Chito.
Hacía tres o cuatro días que estábamos ocupando el liceo, durante la primer semana dormimos bastante poco, producto de una suma de cosas: la posibilidad de un desalojo, la comunicación permanente con otros centros y la coordinación de acciones, la ansiedad y la excitación de no querer perdernos ni un segundo de toda esa actividad en la que estábamos inmersos y de la que eramos parte.
Se habían conformado comisiones de trabajo específicas para atender los diferentes frentes. Teníamos a un grupo de compañeros y compañeras en un salón que se dedicaban todo el tiempo al estudio específico de la Reforma Educativa. Había una comisión de contactos que se encargaba de coordinar con los demás centros ocupados. Había una comisión encargada de lo relativo a los víveres y la cocina. Una comisión de seguridad. Una comisión de prensa. Intentábamos mantener todo los más organizado posible.
La mañana de cuarto día de ocupación llaman de una radio al teléfono del liceo para ponerse en contacto con alguien de la comisión de prensa a fin de hacerle una entrevista al aire.
Ubicamos a Chito, que era uno de los compañeros de esta comisión. Se arrimó al teléfono más dormido que despierto, hacia no se cuantas horas que no dormía pero su responsabilidad para con la tarea lo llevó a tomar el teléfono y acceder a la entrevista. Los que estábamos en la vuelta hicimos silencio y nos pusimos a escuchar las respuestas, atentamente.
El periodista quería saber cual sería nuestra linea de acción en el futuro cercano, si teníamos previsto abandonar el centro y las acciones a tomar. Por madato de la asamblea solamente se podía informar sobre las resoluciones que ella tomara. Ante esta respuesta el periodista preguntó y repreguntó sobre cual sería nuestra linea de acción, la respuesta siempre terminaba en la misma conclusión: hay que esperar a ver que resuelve la asamblea.
Como veía que no era posible sacar más información el periodista pregunta: -¿Pero vos que pensás que puede pasar? A lo que Chito responde, entre dormido y fastidiado por la insistencia. - Yo no pienso, acato lo que resuelve la asamblea.
El tenso silencio que teníamos naufragó en una marea de carcajadas de todos los que estábamos escuchando Francamente no recuerdo como terminó la nota, lo que nos quedó para siempre es la frase de nuestro amigo. Esa es uno de los tantos recuerdos que nos dejó el pasaje por el I.A.V.A. una época en la que , entre subidas y bajadas, aprendimos mas de lo que pensábamos que podíamos aprender.

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