Cursábamos sexto año en opción derecho, allá por el año 1996, disfrutábamos una hora libre entre mates y trucos en una mesa que habíamos puesto en el pasillo frente a la puerta del salón 20, nuestro salón.
El año lectivo estaba llegando a su fin, un año muy cargado de sucesos que nos había dado la chance de conocernos mucho entre muchos y formar un espíritu de grupo y camaradería entre personas de varios grupos, cosa poco habitual en un liceo con tantos alumnos.
En un momento, durante la charla salió a relucir el recurrente tema de mi daltonismo, cada vez que esto sucedía comenzaba una práctica habitual cuando hay un daltónico en un grupo: preguntar aleatoriamente el color de diferentes objetos que hay en el entorno. A esto nos dedicamos un rato hasta que en determinado momento Sebastián (a quien todos conocemos por “Chito”) me preguntó:
- ¿De que color es mi remera?
- Azul – respondí sin vacilar y absolutamente seguro- es azul.
A lo que Federico (a quien todos conocemos como “El Paraguayo”) respondió
- No, es verde.
Esto me hizo dudar, volví a mirar la remera de Chito y efectivamente la veía azul, la reconocía de ese color y en mi espectro del daltonismo el azul y el verde son colores que habitualmente no confundo entre si.
- No me jodas Fede, es azul - dije.
- No gordo, de verdad que es verde - dijo Chito
Me preocupé, no podía ser, era azul.
Las demás personas que estaban en ese momento con nosotros confirmaron que la remera era verde, entre risas me decían:
- ¿De verdad la ves azul?
- Che, te esta empeorando el daltonismo.
- ¡Pero mira que verde, verde eh!
Imaginé que me estaban tomando el pelo, justo en ese momento se acerca otro compañero y le pregunto:
- ¿De que color es la remera de Chito?
- Verde – me responde.
No podía creerlo, de verdad estaba confundiendo colores que nunca había confundido, era preocupante.
Casualmente comenzaron a venir personas y arrimarse a nuestro grupo, muchas, cosa poco habitual, dado que estábamos en una zona del liceo que no es “de paso”.
A cada uno que se acercaba le hacía yo la pregunta de rigor:
- ¿De que color es la remera de Chito?
La respuesta era siempre la misma: Verde.
La cosa llegó a un punto casi desesperante, hasta que al verme tan preocupado me dijeron la verdad para tranquilizarme.
La remera era efectivamente azul.
Simplemente habían resuelto hacerme creer que era verde, con ese fin habían apostado a alguien en la entrada, que en aquel momento era la puerta que da a la calle Eduardo Acevedo, y esta persona le decía a cada conocido que enteraba:
- Si el Gordo te pregunta, la remera de Chito es verde.
Eso explicaba el desfile de personas por las inmediaciones del 20 y porqué todos coincidían en el color de la remera.
Esta es una de las tantas anécdotas que nos ha dejado el pasaje por el I.A.V.A., creo que es una de las mas divertidas y demuestra como, para lo que fuera, eramos capaces de hacer cosas como grupo pese a estar en diferentes clases y tener diferentes intereses.
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